Pantomima poética en la que el gag pasa a segundo término apoyándose el montaje en el ingenuo comportamiento de sus personajes.

Sucedió, que unos albañiles dejaron en el local donde ensayábamos una pila de ladrillos con los que comenzamos a jugar un día y otro hasta tener recopilado material suficiente para la elaboración de un espectáculo. Luego, también de forma improvisada, llegó el amor, para acabar de dar forma a todo aquello, Así de sencillo y así de complejo a la vez. Después muchas horas de poner y quitar, pulir y cambiar, y, al final, LA PARED,  un encuentro íntimo con lo absurdo de lo cotidiano y lo cotidiano del absurdo.

Un encuentro íntimo entre lo absurdo de lo cotidiano y lo cotidiano de lo absurdo aderezado con una dosis de humor sutil e inteligente pero sin transcendentalismos ni neurosis.